En todo el mundo, la profesión de Fonoaudiología se encarga de estudiar la comunicación y deglución de los individuos. De igual modo, procura prevenir, evaluar, diagnosticar y tratar las deficiencias del habla, el lenguaje, la audición, la cognición y la deglución en cualquier etapa del curso de vida. De esta suerte, garantiza el bienestar comunicativo de los ciudadanos y las poblaciones de todas las naciones. Por más que la profesión ha logrado demostrar los resultados de sus acciones en niveles como el rendimiento funcional concreto o la ganancia en años de vida saludables producto de la rehabilitación de las discapacidades comunicativas, la profesión ha fallado fragorosamente, especialmente en países en vías de desarrollo, en demostrar sus resultados en términos de la rentabilidad de la inversión social. Por consiguiente, la fonoaudiología de estas latitudes debe asumir la intrincada empresa de identificar explícitamente los beneficios económicos de sus intervenciones.

Hasta la fecha, solo en algunas de las sociedades en las que la fonoaudiología ha prosperado en mayor medida, se ha demostrado, con índices económicos, y no con razones exclusivamente fisiológicas, sociales o humanitarias, los efectos benéficos de lo que se invierte en rehabilitar a las personas con discapacidades comunicativas con el propósito de favorecer su autonomía y participación en la vida social. Con todo, la bibliografía sobre los costos sanitarios, educativos y sociales asociados a compromisos de la comunicación y la función oral faríngea se mantiene relativamente exigua. Una revisión fugaz de la literatura revela intentos notables por caracterizar la carga económica de las discapacidades de habla y lenguaje6, el retorno de la inversión asociado a los programas de habla y lenguaje en la infancia7, al igual que análisis de costo-beneficio o análisis parciales de costo-efectividad. Aunque algunos estudios han analizado la rentabilidad de programas con resultados más amplios, se insiste en la escasez de estudios que examinen la rentabilidad en las intervenciones fonoaudiológicas para el habla, el lenguaje y la función oral faríngea.

La carencia de estudios económicos en el territorio fonoaudiológico podría explicarse, al menos en parte, por el hecho de que numerosos proyectos no van más allá de la fase de evaluación de la eficacia, acontecimiento común en la agenda fonoaudiológica colombiana. Por su parte, un número considerable de estudios de mayor envergadura erran a la hora de aportar información suficiente para estimar el costo total de las intervenciones. Sopesando lo anterior, es aceptable que, en un sistema sanitario como el colombiano, que posee restricciones financieras, no sólo deba considerarse la eficacia clínica, sino también las implicaciones económicas de cualquier programa. De esta manera, la profesión de fonoaudiología no sólo debe atender a los beneficios sociales experimentados por las personas en el mejoramiento de sus procesos de habla, lenguaje, audición y/o función oral faríngea; sino que debe empeñarse en conocer el método de intervención más eficiente para mejorar los resultados. Por demás, los análisis de costo – efectividad, que puedan derivarse o integrarse a los estudios en curso, permiten a las instancias políticas y gerenciales evaluar el coste económico real de un programa de intervención adicional o de cambiar las prácticas fonoaudiológicas existentes. Es importante destacar que, en un análisis de rentabilidad, los resultados clínicos son parte esencial de la comparación de intervenciones; en virtud de ello, los responsables de la toma de decisiones no pueden concluir automáticamente que una intervención más barata, pero menos eficaz, es necesariamente preferible.

Para concluir, en años recientes, la literatura fonoaudiológica en Colombia y en el mundo ha advertido acerca de la necesidad imperiosa de unimismar los beneficios económicos de sus intervenciones. A la sazón, es menester que la agenda investigativa fonoaudiológica esclarezca el ahorro en pesos colombiano por concepto del cuidado de pacientes con alteraciones comunicativas y de la deglución. Igual de importante es la formación del talento humano fonoaudiológico en materia de evaluación económica en salud. Esto podría facilitar la toma decisiones relacionadas con el gasto en salud asociado al accionar fonoaudiológico y el reconocimiento social de la profesión.

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